Fundación
Es en el siglo XIII cuando llega a la
zona, proveniente de Aztlán (sitio tal vez mítico) el grupo mexica cuyo dios
tutelar Huizilopochtli (colibrí zurdo) representa un carácter austero y
guerrero. Conducidos por el sacerdote Tenoch, luchan contra los pueblos
establecidos para conseguir un sitio en las riveras de los lagos. Hacia 1299 se
establecen en Chapultepec, lugar privilegiado por su posición estratégica y
recursos naturales, pero son expulsados por los Cohuas hacia un islote en el
lago.
Es allí donde concluye la peregrinación
secular de los mexicas; la señal para ello fue la visión de un águila devorando
una serpiente sobre una planta de nopal que crecía sobre un islote. Fue así
como se funda la ciudad de México-Tenochtitlan el 8 de junio de 1325.
Al liberarse del yugo Tepaneca que era el
imperio que dominaba la cuenca centrald e México a la llegada de los Mexicas,
se hace una alianza entre tres estados: México-Tenochtitlan, Tetzcuco y
Tlacopan, el primero de filiación Mexica, el segundo Acolhua y el tercero
Tepaneca (que lucharon contra su propio pueblo, el imperio de Maxtla asentado
en Atzcapotzalco).
Organización de la metrópolis
La intensa actividad de los mexicas y el
contacto con diversos pueblos de la región les permitió asimilar diversos
conocimientos y expresiones culturales. En un período de tan sólo doscientos
años lograron someter a pueblos vecinos, construir una ciudad extraordinaria y
llevar su presencia a lugares tan lejanos como el Soconusco (Sur de Chiapas).
Esta expansión se logró bajo la dirección de insignes gobernantes como Izcóatl,
Moctecuzoma Ilhuicamina, Axayácatl, Tizoc, Ahuizótl y Moctecuzoma Xocoyotzin,
de los disciplinados grupos de guerreros-águila y guerreros-jaguar y de los
hábiles comerciantes. Hoy pueden verse esculpidas en piedra o pintadas en
códices los nombres de muchos pueblos sometidos a tributo por los mexicas.
El recuerdo de Aztlán (ciudad-isla) es
ampliado y consolidado empleando los antiguos modelos de Teotihuacan y Tula:
orientación astronómica de los ejes de la ciudad y un recinto ceremonial al
centro. Este complejo estaba delimitado por un muro (coatepantli) dentro del
cual se encontraban los principales edificios.
Se tienen distintas cuentas sobre el
número de habitantes que tenía la capital Mexica antes de la llegada de los
españoles. Se cree que como mínimo tenía 100.000, pero algunos estiman que
pasaba de 300.000.
La pequeña isla, ampliada mediante un
sistema de relleno y parcela llamado chinampa, daba origen a pequeños canales
que servían a gran número de casas, palacios, templos, un zoológico, plazas,
mercados y acueductos. Toda esta infraestructura contenía una organización
social y política organizada en Calpulli (comunidades productivas) reunidos en
parcialidades: Azacoalco (NE), Zoquipan (SE), Moyotla (SO) y Cuepopan (NO).
En el centro de la ciudad estaba el
recinto sagrado, formado por decenas de templos y palacios. El Templo Mayor era
un doble basamento piramidal dedicada a Tláloc (dios del agua y la lluvia, base
del ciclo agrícola) y Huitzilopochtli (dios de la guerra, patrocinador de
conquistas y tributos). Otros templos notables eran los dedicados a
Quetzalcóatl (héroe-dios portador de la civilización) y Tezcatlipoca (dios que
hace y cambia las cosas y los destinos) o el templo de Ehécatl (dios del
viento). También se encontraban los recintos sacerdotales y los colegios para
nobles como el Calmécac (sacerdotal). El Templo Mayor representaba la marca
visible de un vasto conjunto y a su vez el centro de un universo.
La ciudad mantenía una intensa relación
con el resto del valle mediante enormes calzadas de puentes y represas: hacia
el poniente la de Tlacopan, hacia el sur la de Xochimilco y hacia el norte la
de Tepeyacac, así como bulliciosos embarcaderos. El tráfico de productos que
llegaban a la ciudad por canoa y carga humana llenaban los tiangüis (mercados),
que en el caso de Tlaltelolco ofrecía toda clase de productos.
Los lagos, que recibían cargas de agua
dulce y salobre no permitían el consumo humano de agua potable, por lo que los
mexicas emprendieron la construcción de un acueducto que traía el líquido de
los manantiales de Chapultepec. Para contener el ascenso de las aguas se
construyó un dique para las provenientes del lago de Texcoco conocida como
“albarrada de Netzahualcoyotl” (gobernador de Texcoco) que fue el que ingenió y
dirigió la construcción de dicho dique.
La ciudad de México-Tenochtitlan y el
conjunto de pueblos del Valle mantenían una vez más la relación simbiótica
entre el mundo rural y el urbano que se fue definiendo desde los olmecas y
establece su carácter hasta nuestros días. Para 1519 la ciudad poseía el
refinamiento y la magnificencia de las más importantes urbes del mundo. Mejor
trazada, organizada y distribuída que cualquier ciudad europea de la época, las
calles eran amplias y bien trazadas, ya se contaba con un sistema de drenaje y
había una persona dedicada a supervisar el nivel del agua del lago Texcoco
sobre el cuál se asentaba la ciudad.
La conquista española y la destrucción
de Tenochtitlan
La conquista de la gran Tenochtitlan,
dentro de su dramatismo, está precedida de leyendas y augurios: un cometa, el
incendio del templo de Huizilopochtli, un rayo de Xiuhtecuhtli, un meteorito,
el hervor del lago, una mujer en duelo, monstruos y un pájaro con cabeza de
espejo. En él Moctecuzoma vio anunciada la aparición de los españoles,
sumiéndolo en un temor divino.
Moctecuzoma confirma sus sospechas al
entrevistarse con Cortés en la calzada de Xochimilco, a las puertas de la
ciudad. Cortés y los suyos son recibidos como monarcas, pero Moctecuzoma es
tomado preso. Poco después el capitán Alvarado protagoniza una sangrienta
matanza de nobles indígenas. Las huestes españolas tienen que huir de la
ciudad.
Una isla en medio de la tierra sólo sería
tomada en batalla naval. Esto pensó Cortés al mandar construir varios
bergantines con los que la ciudad sería sitiada durante setenta y cinco días,
con la defensa por Cuauhtémoc, sus guerreros y habitantes hasta la muerte.
Casas y palacios quedan en ruinas aquel 13 de agosto de 1521.
Tras la victoria, los españoles
edificaron sobre las ruinas de Tenochtitlan la nueva ciudad de México, con lo
que los restos de la capital Mexica quedaron sepultados para siempre.
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