El islote de
Jaina, frente a la costa de Campeche, nos ha dado la revelación, después del
descubrimiento de las pinturas murales, otro de los aspectos del arte antiguo
de México, en sus deliciosas y pequeñas esculturas de barro cocido hechas a
mano o en molde.
Por la
emoción que nos entregan puede asegurarse que son tan bellas o incluso más que
las figuras de Tanagra, las de China y Japón, gracias a su sencillo y admirable
sentido humano como las que personifican a damas de jerarquía o mujeres
hacendosas.
Jaina es en
realidad una isla pequeña, ovoide y baja, con escasos 960 metros de NW a SW y
720 metros en línea de NW a SW, y yace a 32 kilómetros al norte de la ciudad de
Campeche, no lejos de las ruinas Mayas de Uxmal, Labná, Kabah y Sayil al
noreste y Edznáh al sureste. En las crónicas viejas su nombre aparece como
Hinal, que pudiera traducirse como “casa en el agua” según algunas fuentes.
El atractivo
de Jaina para el arqueólogo profesional se remonta al siglo pasado, la
descripción más completa y temprana que tenemos de excavaciones se nos
proporciona por el arqueólogo francés, Desirée Charnay, quien pasó varios días
en la isla en 1886, hizo pozos de exploración a sus orillas, y nos ha dejado un
relato ilustrado en su “Ma dernière expédition au Yucatan”. En
aquel tiempo había una hacienda con un cuerpo de mozos abastecidos cada quince
días en provisiones traídas por mar desde Campeche, y ya entonces Charnay nota
que Jaina era un manantial principal de piezas llevadas por los visitantes para
su venta en Campeche.
Por medio de
las excavaciones de Hugo Moedano Koer, Raúl Pavón Abreu, Miguel Ángel
Fernández, Felipe Montemayor, Román Piña Chan, Luis Aveleyra, Agustín e Hilda
Delgado, Roberto Jiménez Ovando, Héctor Gálvez, Guacolda Boisset, Sergio López
e Hipólito Sánchez entre otros se ha ubicado cronológicamente en el Clásico
Medio y Tardío (600 – 900 d.C.) dentro de la secuencia Maya, con indicaciones
de una ocupación breve más tardía durante parte del Posclásico (900 – 1100
d.C.). Restos de fragmentos de cerámicas policromadas nos muestran personajes
con vestuario ceremonial que recuerda la suntuosidad de los sacerdotes de
Bonampak junto con grifos bien definidos; la cerámica más tardía incluye un
tipo de Tohil Plumbate de Tabasco y vasijas completas de un polícromo muy
degenerado con pseudo-glifos y figuras toscamente pintadas.
Fragmentos de
una estela fechada por Sylvanus Morley dan una fecha de Katún 9.11.0.0.0,12
Ahau 8 Ceh (14 de Octubre del 652 d.C.) lo que es una confirmación adicional
para una ocupación en el Clásico Medio-Tardío, así como hace también el estilo
de la única estela que ha quedado actualmente n la isla, que está sin fecha y
muestra un prisionero con los brazos atados por la espalda.
Los entierros
de Jaina o son directos colocados en el Tzascab, o se encuentran en ollas. El
tipo primero se limita generalmente a adultos y juveniles con alguno que otro
infantil; mientras el segundo está reservado exclusivamente a infantes. Las
posiciones varían; la más comúnmente usada es flexionada en decúbito izquierdo
o derecho lateral con los brazos cruzados agarrando una o más de las figurillas
de barro que acompañan al cadáver como ofrenda. Posiciones de menos frecuencia
incluyen extendidos en decúbito dorsal, sentado y en decúbito ventral.
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