De cómo Hernán Cortes salió huyendo de Tenochtitlan, en el episodio conocido como la “Noche Triste”
“…Viendo el
gran peligro en que estábamos y el mucho daño que los indios cada día nos
hacían, y temiendo que también deshiciesen la única calzada que quedaba como
con las otras hicieron, todos moriríamos, todos o los más estaban heridos y no
podían pelear acordé de salir aquella noche, tomé todo el oro y joyas de
vuestra majestad que se podían sacar y púselo en una sala y ahí lo entregué con
ciertos líos a los oficiales de vuestra alteza.
Desamparada la
fortaleza, con mucha de la riqueza de vuestra alteza y de los españoles y mía,
me salí lo más secreto que yo pude, sacando conmigo un hijo y dos hijas del
dicho Mutezuma y a Cacamazin, señor de Aculhuacán; y al otro su hermano que yo
había puesto en su lugar, y a otros señores de provincias y ciudades que allí
tenía presos. Y llegando a las puentes que los indios tenían quitadas, a la
primera de ellas se echó la puente que yo traía hecha, con poco trabajo porque
no hubo quién la resistiece, excepto ciertas velas que en ella estaban, las
cuales apellidaban tan recio que antes de llegar a la segunda puente estaba
infinita gente de los contrarios sobre nosotros, combatiéndonos de todas
partes, así como por agua, así como por tierra, peleaban reciamente, era sin
comparación el daño que los nuestros recibían, así los españoles, como los
indios de Tescaltecatl que con nosotros estaban, y así a todos los mataron, y a
muchas naturales de los españoles; y así mismo habían muerto muchos españoles y
caballos y perdido todo el oro y joyas y ropa y otras muchas cosas que sacábamos,
y toda la artillería.
Recogidos los
que estaban vivos, echélos adelante, me quedé a la rezaga peleando con los
indios hasta llegar a una ciudad que se dice Tacuba, que está fuera de la
calzada y que sólo Dios sabe cuanto peligro recibí; porque todas las veces que
volvía sobre el contrarío salía lleno de flechas y viras y apedreado, porque
como era agua la de una parte la de otra, herían a su salvo sin temor. A los
que salían a tierra, luego volvíamos sobre ellos y saltaban al agua, así que
recibían poco daño si no eran algunos que con los otros muchos se tropezaban
unos con otros y caían y aquellos morían.
Llegados a
Tacuba nos cercaron y estuvimos cercados hasta noche, sin dejarnos descansar
una hora. En este desbarato se halló por copia, que murieron doscientos y
setenta españoles y cincuenta y cinco yeguas y caballos, y más de dos mil y
quinientos indios que servían a los españoles, entre los cuales mataron al hijo
y las hijas de Mutezuma, y a todos los otros señores que traíamos presos”.
Segunda carta de relación, Hernán Cortés, 30 de Octubre de 1520.
No hay comentarios:
Publicar un comentario